Afterglow
Aprieta,
hasta que el mapa en tus palmas
se extravíe contra el mío.
Aprieta, que ya las sombras
encallan en tu mirada,
y toda noche es pupila,
y en la pupila no hay nada.
Declinaremos memoria,
barajando sensaciones;
y los espejos serán
portarretratos vacíos.
Y luego vendrá la luz.
Jamás la misma luz nueva.
Regresarán los calores.
Ya nunca este calor tuyo.
Aprieta mi mano, fuerte,
que se oxidan las mareas,
y afila el tiempo sus alas
y los caminos sedientos
ya se anudan a mis piernas.
Sabes,
no recuperaremos el sol:
el horizonte nos dará
otra moneda clara
con la que gastar los puertos.
No recuperaremos el agua,
que deletrea nuestros cuerpos.
Y el océano volverá a estar
más vacío, una vez que se atragante
del pétalo de tus huellas.
Vendrá el frío, vendrá,
como una seda desierta;
estas playas serán labios
contra los que se afinará
el silencio redondo de las olas.
Tan lejos seremos nosotros,
como dos gotas de cielo.
Muy lejos, muy, fluiremos
de las orillas del otro,
y al final sólo seremos
amos de esta distancia
náufragos de un momento.
Ojalá olvides mi cara,
entre la voz de la arena.
Ojalá olvides mis ojos
en los tejados del sueño.
Ojalá olvides mi nombre,
y me recuerdes verano.
Y de vez en cuando rías,
rías como si descorcharas
una estación de trenes,
tropezándote conmigo
tras esa soledad verde
con que se viste la espera.
Aprieta, por Dios, aprieta,
que las palabras se apagan,
pero aún nos sobran estrellas.